Dice el cantautor Joaquín Sabina que Madrid es una ciudad invivible, pero insustituible. Un lugar “donde se cruzan los caminos / donde el mar no se puede concebir / donde regresa siempre el fugitivo / pongamos que hablo de Madrid”, dice la famosa canción que dedicó a la capital este artista nacido en Úbeda, Jaén.
En el mapa de estereotipos nacionales, los catalanes tienen fama de tacaños; los vascos, de brutos; los andaluces, de vagos; los gallegos, de cerrados; los aragoneses, de testarudos; los castellanos, de nobles, etc. Y los madrileños, de chulos.
Aunque como sucede en muchas otras grandes ciudades Madrid se haya convertido en un lugar de migración y pocos sean los ciudadanos que nacieron en Madrid, existe la leyenda de que quienes descienden de al menos de varias generaciones de madrileños por parte de padre y madre se les llama gatos.
El origen de esta acepción no está claro, mientras que el término de ‘chulo’ está relacionado con el traje castizo típico de las fiestas de Verbena de la Paloma en Madrid, en honor a su patrón San Isidro Labrador.
En el mapa de estereotipos nacionales, los catalanes tienen fama de tacaños; los vascos, de brutos; los andaluces, de vagos; los gallegos, de cerrados; los aragoneses, de testarudos; los castellanos, de nobles, etc. Y los madrileños, de chulos.
Más allá de los estereotipos más típicos y conocidos, en Madrid habita una amalgama de tribus, estilos, personalidades y gustos que podría igualar en número a los barrios que tiene la ciudad. Seguramente los hayas visto paseando por sus calles. Como si de una partida de cartas se tratase, en donde conviven el capitán de mesa o el adicto a la acción, también puedes ver las personalidades más variopintas en Madrid: el que siempre va con prisa y hablando por el móvil; la que camina con numerosas bolsas de la compra y de tiendas de ropa; el Madrid del ‘dumping fiscal’ por sus exiguos impuestos de Sucesiones y Patrimonios; quienes continuamente llevan puesta la camiseta del Real Madrid; los de las gafas de sol; los que siempre mascan chicle; el Madrid de los ‘Cayetanos’; el de los gays; el de los artistas intelectuales; el Madrid de los inadaptados, etc.
Si algo unifica y diferencia a los ciudadanos que viven en Madrid es su barrio. Es casi más importante que el trabajo o los amigos. Lo que primero que pregunta una persona que acabas de conocer es: “¿Y tú por dónde vives? ¡Ah, ya sé! Yo conozco esa zona”, responderá mientras evalúa lo bueno y lo malo, lo divino y lo humano, del barrio en el que vives y lo compara con el suyo.
Fue el actor argentino Federico Luppi, quien le explicó a su hijo la importancia del barrio en la película Martín Hache (1997), al tiempo que le intentaba convencer de que abandonara Buenos Aires y se mudara a Madrid.
En este sentido, el Ayuntamiento de Madrid ofrece cada semana 25 rutas temáticas para explorar, conocer y saborear los diferentes barrios de la ciudad de la capital. Un paseo por la Gran Vía para descubrir este pequeño ‘Broadway’ de los teatros y las artes escénicas; el Parque de El Retiro, lugar de caza de reyes y príncipes convertido en el pulmón verde de la ciudad; el barrio de las Letras, sitio de paso obligado para los amantes de la literatura y de los escritores del Siglo de Oro. La Latina y el mercado callejero de El Rastro.
La histórica zona industrial de Lavapiés donde vivían costureras, criadas y matronas y ahora es un barrio víctima de la gentrificación lleno de pisos turísticos; la plaza Mayor y la plaza de Canalejas, que sentaron las bases sociales y económicas del Madrid actual. Igual de conocido es el barrio de Malasaña y de La Movida, lugar de culto para los nostálgicos de la década de los 70 y 80 y recurrente escenario de muchas de las películas del director Pedro Almodóvar, o el Madrid de los espías, una ruta que comprende los escasos 500 metros que distan desde el Hotel Ritz hasta el Hotel Palace y se convirtió en el epicentro del espionaje internacional en el periodo de entreguerras, con la presencia de conocidos personajes históricos como Mata Hari.