Sin duda que las terrazas son un medio muy agradable para socializar y todos hemos sido en algún momento clientes de alguna, pero desde hace unos meses su expansión se ha ido de las manos y es frecuente el incumplimiento de las ordenanzas de terrazas y ruidos. Esto hace que cada tardenoche y fines de semana, las calles tricantinas estén abarrotadas de mesas y sillas que las hacen intransitables por lo que los vecinos no pueden pasear y el bullicio impide descansar a aquellos que viven en sus alrededores.
Cierto es que el sector de la hostelería ha pasado momentos difíciles y ha necesitado que se flexibilice su ordenación, como es el caso de permitir la extensión de la superficie ocupada por las terrazas para respetar la distancia de seguridad y evitar contagios por Covid, pero en ningún caso esto puede suponer un acaparamiento de los espacios públicos o rebasar las mesas permitidas.
Actuaciones que no se producen de forma generalizada pero sí con demasiada frecuencia. Esta situación genera conflictos desagradables entre hosteleros y vecinos lo que provoca constantes denuncias a la Policía Local quien, a pesar de que siempre acude a estas solicitudes, no posee medios para demostrar el incumplimiento de la ordenanza de ruidos y en cuanto a la propia ordenanza de terrazas, solo tiene la capacidad de proponer sanciones que posteriormente y dada la laxitud política, se quedan ahí, en meras propuestas. Como dato, destacar que no se ha impuesto ninguna sanción en firme a pesar de las numerosas infracciones denunciadas. Por tanto, la triste reflexión es que para qué ponemos reglas si posteriormente no las cumplimos.
Esto no debe sorprendernos, es consecuencia del cumplimiento a rajatabla del lema del Partido Popular en las últimas elecciones autonómicas “libertad y cañitas”
Esto no debe sorprendernos, es consecuencia del cumplimiento a rajatabla del lema del Partido Popular en las últimas elecciones autonómicas “libertad y cañitas”. Una libertad mal entendida, sinónimo de libertinaje y que empuja a peligrosas pugnas entre vecinos.
Es unánime el grito vecinal para que nuestro gobierno municipal asuma sus responsabilidades y tome medidas urgentes que ordenen los espacios públicos, los de todos, de forma que el derecho a la paz, al descanso o al paseo, convivan con el ocio y el negocio.