Supongo que a estas alturas de abril ya todos nos hemos hecho a la idea de que vamos a pasar por las urnas de nuevo, lo queramos o no, y puede que a algunos de ustedes les haya surgido la pregunta sobre la conveniencia o no de que las mismas se celebren. Habrá respuestas breves y claras y otras largas y confusas y quizá deberíamos hacer una reflexión sobre todos los motivos que las han motivado.

La Comunidad de Madrid estaba gobernada por una coalición de dos partidos, el Partido Popular y Ciudadanos, con apoyos puntuales de VOX para sacar adelante ciertas medidas, como por ejemplo, los presupuestos. Esta coalición conservador-liberal funcionaba de manera muy aceptable y al igual que un matrimonio consolidado tenía sus pequeñas desavenencias, que se resolvían con reuniones muy periódicas. Funcionaba tan bien, que el Partido Popular se regodeaba de llevar mucho mejor una coalición de partidos en comparación con la que gobernaba la nación del Partido Socialista y Unidas Podemos, a los cuales echaba en cara sus constantes polémicas. Hay que entender que si la relación era correcta y los objetivos salían adelante, como los presupuestos, no habría por qué pensar en un adelanto electoral.

La moción de censura fallida de Murcia fue el detonante de todos los acontecimientos posteriores. Como inciso, he de decir que me parece totalmente desafortunada la moción de autocensura; si ya había tanta corrupción en Murcia no se debió pactar con ellos hace dos años y aun siendo así, lo lógico ahora habría sido salir del Gobierno y denunciarlo. El caso es que la presidenta de la Comunidad vio una oportunidad de oro para, aprovechando el volantazo de Ciudadanos, sacar rédito de su imagen de oposición a Pedro Sánchez y deshacerse de su socio de gobierno para gobernar en solitario. La convocatoria de elecciones se produjo escasos minutos después de la moción de censura en Murcia, lo que demuestra que ya la tenía preparada a la espera del momento propicio y la argumentó con una supuesta sublevación de Ciudadanos, que a la vista de la moción de censura fallida en Castilla León y el buen entendimiento tanto en Andalucía como en muchos municipios de la Comunidad de Madrid, entre ellos la capital, demuestra que tal suposición estaba muy lejos de ser verdad.

Hay que decir, que esta nueva legislatura que comenzará el 5 de mayo solo durará dos años, ya que en 2023 habrá de nuevo elecciones, de modo que si la coalición funcionaba bien no hacía falta apartar a Ciudadanos de la ecuación solo para los 2 próximos años, a no ser que hubiera un interés distinto que el del bienestar de los madrileños. El objetivo es gobernar en solitario, sin injerencias, eludiendo cualquier punto de vista distinto, evitando que otros te fiscalicen e impidan corruptelas, asegurando todas las medidas conservadoras y obviando muchas de las medidas liberales y sociales que iban a implantarse con la aprobación de los presupuestos y que Ciudadanos se había cerciorado de incluir.
 
El odio hacia los partidos contrarios y la polarización existente han dado fuerza al bipartidismo, quedando sólo dos opciones, estás conmigo o estás contra mí, creando un espectro bicolor en el que no parece tener cabida la escala de grises. Se reclama el voto útil desde los partidos mayoritarios como si fuéramos un rebaño, argumentando que es mejor votar “en contra de” que “a favor de“. Si nadie vota por lo que realmente quiere no conseguiremos lo que queremos y siempre estaremos disconformes con el resultado, convirtiendo nuestro voto en inútil. En mi anterior artículo indicaba qué cualidades debía tener un buen político; a día de hoy, los propios políticos te dicen que nada de eso vale, que no lo pienses, que no mires el programa, que no mires lo que han hecho o lo que van a hacer, que olvides sus actos corruptos, que sólo les votes para que no gobiernen los otros.

Un Gobierno que consiguió gracias a la iniciativa de Ciudadanos: impulsar las ayudas directas, habilitar hoteles medicalizados, conseguir que los niños pudieran pasear durante el confinamiento, favorecer la contratación de trabajadores afectados por ERTE, reactivar la cultura permitiendo público en los teatros, compensar el pago del abono transporte durante el confinamiento, conseguir la realización de test de antígenos en farmacias, conseguir la apertura de gimnasios e instalaciones deportivas tras el estado de alarma, impulsar la bajada del IVA deportivo al 10%, conseguir que se redujera el IVA de las mascarillas al 4%, proponer el abono transporte para los menores de 30 años por 30 euros al mes, pedir controles en Barajas para evitar la propagación y proponer un total de 1.000 millones de ayudas directas a familias y empresas afectadas por la crisis en los presupuestos que no han llegado a salir por el interés personal de la presidenta. La presencia de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid ha sido clave para superar la crisis sanitaria, económica y social que ha causado el COVID.

En contra de lo que piensan los partidos mayoritarios, un partido de centro es primordial para conseguir lo mejor de cada uno y compensar o neutralizar los aspectos donde los demás son más débiles, incentivando propuestas sociales si es un gobierno conservador y por el contrario impulsar una economía más liberal cuando el gobierno sea socialista. Ciudadanos es el partido elegido como segunda opción de voto por un mayor número de personas, lo que demuestra la necesidad de su existencia. Ciudadanos ha cometido errores, como los demás partidos, pero no ha cometido ilegalidades, una vez resuelta su ideología de centro es una alternativa perfecta para dar estabilidad al gobierno. Ciudadanos ha demostrado su honestidad y lucha contra la corrupción, haciéndola desaparecer en los lugares en los que gobierna y denunciándolo su aparecía algún caso como en sucedió en Murcia.

¿Elecciones otra vez? Por desgracia y por un motivo personal y partidista, así será. Ojalá podamos demostrar los madrileños que no nos puede tanto el odio, que no nos van a convencer con el voto útil y que elegiremos al partido o políticos que lo merezcan por sus méritos y basados en argumentos, no en excentricidades