El conflicto en Afganistán, después de la retirada de las tropas americanas, ha sufrido una transformación que pone en serio riesgo los derechos humanos. El colectivo más castigado, después de que el régimen talibán haya vuelto a tomar el mando del país es, una vez más, las mujeres y niñas afganas, que han visto cómo se han reducido sus derechos hasta la máxima expresión. En la actualidad, algo que debe preocupar a toda la población de todo el planeta, casi que lo único que se les permite es respirar, y no a todas.
La Organización de Naciones Unidas, y el resto de países del mundo, no pueden mirar hacia otro lado en un punto neurálgico en crímenes de lesa humanidad. Miles de refugiados tratan de salir de un país que está coartando la libertad con premeditación y alevosía. Los talibanes llevan su dogma religioso hasta el extremo y esto concluye en que las mujeres y niñas dejan de existir como seres humanos para convertirse en fieles sumisas a un método que no puede cohabitar con la libertad ni los derechos fundamentales.
El magnífico trabajo del Gobierno de España, del Ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y de la Ministra de Defensa, Margarita Robles, actuando con claridad, ha permitido que el régimen talibán haya dejado salir de Afganistán a las personas que durante 20 años colaboraron con España y que no pudieron ser evacuadas en la misión humanitaria de días pasados. El Gobierno, que se marcó como objetivo el no dejar a nadie atrás, explicó que España había recibido garantías de los talibanes “de que todos los ciudadanos extranjeros y cualquier ciudadano afgano con autorización de viaje de nuestros países podrán dirigirse de manera segura y ordenada a los puntos de partida y viajar fuera del país”.
El Gobierno de España habilitó un centro temporal de acogida en las instalaciones de la base de Torrejón de Ardoz, en la que se ha atendido muchas personas procedentes de Afganistán. Aristóteles se cuestionaba cuál es la esencia de la vida, y concluía que “servir a otros y hacer el bien”. Y ahí es donde entra de lleno la solidaridad… y Aranjuez.
La ciudad ribereña ha sido, históricamente, solidaria. Hay que recordar que en septiembre de 2015 el Pleno aprobó una propuesta del Gobierno Socialista para declarar a Aranjuez como Ciudad Refugio. En mayo de 2017, con el mismo Gobierno Socialista, la ciudad ribereña ratificó su voluntad de acoger refugiados durante el Encuentro de Ciudades Comprometidas con el Refugio presidido por la entonces alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. El conflicto, en aquellos días, se instalaba en la guerra en Siria y la ciudad de Aranjuez volvió a mostrar su compromiso ofreciéndose a acoger a los refugiados que huían de esa guerra en un drama humanitario similar al que se está viviendo en estos días en Afganistán.
El Gobierno de María José Martínez no ha dado muestras de moverse en este aspecto y no ha comunicado si ha ofrecido la ciudad para que pueda ser un punto de acogida a estos refugiados
Sin embargo, el Gobierno de María José Martínez no ha dado muestras de moverse en este aspecto y no ha comunicado si ha ofrecido la ciudad para que pueda ser un punto de acogida a estos refugiados, que tratan de escapar de las garras de los talibanes. Que Aranjuez sea Ciudad Refugio conlleva una serie de compromisos y obligaciones que el Gobierno del Partido Popular y Ciudadanos no parecen poner en práctica. Es evidente que la situación humana merece una atención especial y, sobre todo, una dosis de solidaridad que el Partido Popular nunca ha mostrado de manera fehaciente. No obstante, el Gobierno de Mariano Rajoy, en el conflicto Sirio, se comprometió a dar asilo a 17.337 personas, de las que apenas llegaron 1.000. Tampoco se pueden olvidar otros conflictos que los Gobiernos de la derecha han manejado de manera muy distinta, como la muerte de José Couso, también en Afganistán, las víctimas del YAK.42 o que José María Aznar llevase a este país a una guerra que tuvo fatales consecuencias con el atentado del 11-M.
El Gobierno de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de la capital sí se han puesto a disposición del Gobierno de España para colaborar en este aspecto, pero ahora es el Gobierno de María José Martínez el que debería haber dado ya muestras de ese compromiso solidario en representación de la ciudad de Aranjuez, cumpliendo con un mandato del Pleno sin titubear y que lidere ese espíritu fraternal de quienes hoy vuelven a estar necesitados de ayuda humanitaria.
Las ciudades refugio nacen con el firme propósito de dar respuesta a las crisis humanitarias, para acoger a las personas refugiadas y garantizar sus derechos y Aranjuez, bajo un Gobierno de derechas, vuelve a mostrar signos de debilidad en este aspecto, un aspecto que debería garantizar una respuesta efectiva y contundente a un problema de este ámbito. No podemos olvidar que los seres humanos somos todos iguales y, en algún momento, podemos necesitar la ayuda de otro.