Tras la sorprendente investidura de Mariano Rajoy como presidente de Gobierno, es fácil preguntarse quién sale ganando con este desenlace. Aparentemente, podría afirmarse que todos. Por fin vamos a tener un Gobierno, después de un año sin él, y no se van a repetir de nuevo las elecciones. Sería la tercera vez que tendríamos que votar para elegir presidente, y este mes de noviembre ha tenido lugar la última cumbre del clima, en Marrakech (Marruecos), en donde líderes políticos y científicos de todo el mundo han tratado el que se presenta como uno de los mayores problemas y retos para el futuro más cercano al que nos tenemos que enfrentar.

 

En sus manos dejamos las posibles soluciones para el conocido como cambio climático, eso que a algunos les suena tan lejano o desconocido, y que a otros nos preocupa, ya que es el legado vital que vamos a dejar a nuestros herederos.

 

El triunfo de Donald Trump en las elecciones norteamericanas ha puesto el foco en muchas de sus futuras decisiones, entre ellas, las relacionadas con este tema, que él mismo ha calificado como “cuento de chinos”. El cambio climático, para el próximo presidente de una de las mayores potencias del planeta y una de las más contaminantes, es algo que no está sucediendo. Y tras conocer su opinión sobre el tema, muchos se han llevado las manos a la cabeza, criticando que algo sobre lo que hay tantas evidencias pueda no ser una prioridad para Trump. Pero tampoco hace falta irse al otro lado del charco para ver cómo se infravalora la gravedad del tema. El que es hoy nuestro presidente, Mariano Rajoy, dijo en 2007 que no creía en el cambio climático porque un primo suyo, catedrático de Física en la Universidad de Sevilla, le había dicho que era imposible predecir el tiempo que haría el día siguiente en la capital andaluza, como para adivinar lo que iba a pasar con la capa de ozono o el hielo de los polos en el futuro. Cuñadismo en estado puro.

 

Lo malo de esto es que el gobierno actual tampoco parece estar muy por la labor de cambiar las cosas. A la citada cumbre del clima, Rajoy ha ido de rebote, y prácticamente solo para hacerse la foto. Y es que parece que el partido que le ha puesto un impuesto al sol no quier abrir los ojos. Pero insisto, no es el único.

 

He perdido ya la cuenta de las veces que habré oído eso de “yo no reciclo. Para algo pago el impuesto de la basura, que la separen ellos”. Desde luego, no es la actitud para cambiar esto. Yo no voy a poder parar el calentamiento global, pero si cada uno de nosotros hace los pequeños gestos que están a nuestro alcance, desde luego que el problema se minimizará. Separar la basura y llevarla a su contenedor correspondiente o al punto limpio; no tirar las pilas a la basura ni el aceite usado por el fregadero; recoger el agua de la ducha en un recipiente hasta que sale caliente y usarla para fregar el suelo; incluso no comer carne los lunes -una iniciativa que circula por internet-.

 

Está en nuestra mano, y es un problema de todos. Desde luego, no es el mundo que yo quiero dejar a los que vienen detrás nuestro. ¿Y tú?