Si echamos la mirada atrás en el tiempo, el primer documento escrito donde encontramos la palabra Carabanchel como espacio asignado a un territorio, data del año 1.181. Siglos después y tras la unión de los dos Carabancheles, el alto y el bajo en 1948, fue anexionado como municipio a Madrid. El último cambio que volvería a sufrir sería ya a principios de los años 70 con la definitiva reestructuración de la ciudad, pasando a ser uno de los 21 distritos que componen Madrid en la actualidad.

Enclave de importancia en la construcción de lo que hoy es la ciudad, Carabanchel ha evolucionado a lo largo de su historia, dejando su huella en todas y cada una de las diferentes épocas vividas, como así lo atestiguan reliquias históricas tan importantes como es el templo mudéjar más antiguo de toda la Comunidad de Madrid, la Ermita de Santa María la Antigua.

Fruto de este largo paseo por la historia, Carabanchel ha tenido la posibilidad de alimentarse de todas y cada una de las corrientes que han influido en la cultura madrileña. Su triunfo principal ha sido el de saber mezclar lo moderno con lo clásico o lo novedoso con lo más tradicional, regalando a nuestro distrito un presente y un futuro inspirador para las próximas generaciones.

Un ejemplo claro de estas combinaciones se da precisamente en el mes que nos encontramos, pues es llegado este momento del año donde los madrileños tienen marcado en el calendario una cita ineludible con nuestro distrito, pues celebramos una de las fiestas más queridas e importantes de nuestra ciudad, San Isidro Labrador, patrón de Madrid. 

En ellas podemos disfrutar de un sinfín de actividades para todos los públicos, porque, ¿Quién no tiene un buen recuerdo de la pradera?, ¿Quién no ha bebido agua del Santo?, ¿quién no ha bailado un chotis al escuchar un organillo? o ¿Quién no ha probado una rosquilla, ya fuera de la variedad tonta o lista?... es difícil encontrar a un madrileño que no haya disfrutado de estas tradiciones.

Las fiestas de San Isidro se celebran en un entorno sin igual, donde podemos disfrutar entre otros, de su ermita, dos veces construida, una en 1528 y por segunda vez 1725, la cual permanece junto al manantial donde San Isidro hizo brotar el “agua milagrosa”, que según dice la historia fue capaz de curar al hijo de la Reina Isabel de Portugal, quien más tarde se convertiría en el futuro rey Felipe II. También podemos disfrutar del Puente de Toledo, de estilo churrigueresco y que mantiene las figuras de San Isidro y Santa Maria de la cabeza. 

Para este este año, las fiestas seguirán siendo igual de especiales que en años anteriores, pese a que no podremos vivirlas como nos gustaría. La situación epidemiológica que seguimos padeciendo debido al COVID-19 nos obliga a tomar estrictas medidas de seguridad sanitaria, con el claro objetivo de que sea en beneficio de todos los ciudadanos.

En definitiva, para Carabanchel, San Isidro es parte de su ADN.  Historia y cultura son las principales características que esta festividad nos aporta como madrileños. Desde la Junta Municipal del Distrito seguiremos fomentando su celebración, ya que es incalculable el valor que aporta a una ciudad tan puntera e importante en el mundo como es Madrid.