Jueves, viernes y sábado, conciertos. Lunes, martes y miércoles, presentaciones de su libro ‘Más allá de mis canciones’, firmas de discos y entrevistas como esta. Los domingos, una lavadora y a volver a la marcha. Así es la vida de Andrés Suárez ahora, después de haberse criado en Pantín, un oasis de tranquilidad y belleza en medio de Galicia. Pero es un ajetreo que no puede hacerle más feliz. “Firmaría un papel ahora si me dicen que me quedo como estoy. Sería un cretino si me quejo”, dice, porque asegura estar “en el momento personal y profesional más hermoso”.
Un cantautor que lleva de su mano una banda que define como ‘cantaurock’, una mezcla con la que consiguen hacer saltar al público antes de la décima canción y que no deja de llenar salas y teatros (incluido el WiZink Center -Palacio de los Deportes- de Madrid el pasado noviembre con la gira de su anterior trabajo, ‘Mi pequeña historia’), algo que no alcanza a agradecer suficiente “con la que está cayendo en nuestro país”. Viendo un nuevo mundo ‘Desde una ventana’, ese disco que es luz.
Una luz que ha descubierto que también aguarda mucha inspiración, después de esa etapa de ‘composición de bares’ que vivió con poco más de 20 años cuando llegó a Madrid. Tenía ganas de “vivir y ser vivido, y de otras cosas que no se pueden decir porque me estás grabando”. Pensaba que “solo se podía escribir por la noche, que tenías que ir a un bar a conocer las historias que contaba Sabina”. Y, pese a no identificarse ya con ese Andrés, “eso no significa que yo no sepa que vengo de los bares, que no me acuerde de Libertad 8”. Aún los elogia: “benditos los poetas malditos que buscan las musas imposibles por las noches, como yo lo hice”.
Andrés Suárez nos recibió en sus estudios de grabación, 'Moraima'. Imagen: redacción
Paso a una ‘nueva era’
Ha dejado atrás mucho dolor. El amor no correspondido le llevó a estar “hundido en el pozo más oscuro y profundo de toda mi vida”. Una sombra que reconoce que le acompañó dos años, que no le dejaba ver más allá y que reflejaba en sus composiciones, de donde salieron cinco discos, uno de ellos el clave de su carrera, ‘Moraima’. “Me cansé hasta yo”, confiesa, de cantarle solamente al dolor. No reniega de ello, ni mucho menos, “es genial jugar con la melancolía, con la tristeza, pero solo ser capaz de hacer eso creo que debe ser horrible”.
‘Desde una ventana’, sin embargo, “lo hice viajando, me iba a una playa desierta y prohibida de Brasil, donde pillaba cuaderno y libreta y solo escribía”. “Es genial escribir enterándose de todo”, dice con la risa de las victorias, asegurando que su ‘nueva era’ le ha despertado las musas de otra manera. También encuentra música “cuando una cajera le guiña un ojo a un hombre casado en el supermercado”, o cuando ve amanecer a las siete de la mañana mientras pasea a sus perros. “Antes, a esa hora, volvía de las canciones, no las hacía”.
En España, dices que eres músico callejero y, no seamos hipócritas, eres de un mierda para abajo
Revindicando la cultura libre
La próxima velada con su querida Madrid capital será el 23 de mayo, en la sala Galileo Galilei (las entradas se agotaron en menos de media hora), aunque tiene una cita dentro de poco en su pueblo adoptivo, Torrelodones. Concretamente el 30 de marzo, donde tocará en la sala Babel, un espacio muy reducido, pero que lucha incansable por la cultura. “A esa gente, a esas salas, hay que cuidarlas, hay que mimarlas: son el origen y la cuna”, dice el artista, recalcando algo evidente, pero que se nos olvida: “el Palacio de los Deportes lleno son muchos Libertad 8”.
Defendiendo esos lugares que alzan nuestra riqueza cultural, le apena que se coarte la forma de expresión. “No” es su rotunda respuesta cuando le preguntamos si el arte tiene barreras, y no comprende que llegue nadie “con su dedo inquisidor” a decidir lo que se puede publicar o lo que no. Aunque matiza que “el arte se pone límite, siempre a sí mismo, cuando cruza la línea del respeto”, y no entiende que “con lo que se escucha en las canciones de reggaetón”, ese autor “no esté en la cárcel y otros sí”.
‘Abriendo ventanas’
Coincidimos, en medio de la charla, en el ‘éxito compartido’ de una generación de cantautores españoles, entre los que se encuentra Andrés. Rozalén, Funambulista, Iván Ferreiro, Marwan. Son tantos los nombres. El gallego cree que “el origen y matriz” son las redes sociales. “Nosotros nos hacemos una foto ahora, y se ve en Tokio. Quién cojones va a conocer a un tipo de Pantín en Tokio de otra manera”, dice, haciéndonos reír, una vez más, con la espontaneidad más absoluta.
Un arma 2.0, la de las redes, que Andrés ha querido aprovechar para echar un cable a los suyos; a los artistas callejeros, con la iniciativa ‘Abriendo ventanas’. “En España, dices que eres músico callejero y, no seamos hipócritas, eres de un mierda para abajo”, un estereotipo que desea tumbar con esta idea. “Se trata de que la gente grabe a algún músico o banda de su ciudad, lo cuelgue en redes con el hashtag #Abriendoventanas, y yo intentaré subirle conmigo al escenario”. Así lo hizo con Raúl Fragua, llevándole a cantar con él a los dos Prices que se marcó con sold out en Madrid el pasado enero. Nos reitera su admiración. “Yo canté en la calle, pero no para subsistir. Yo canté en la calle para pagarme los vicios, que es muy distinto. Lo de Raúl y demás tiene muchísimo más valor”.
Andrés Suárez nos recibió en sus estudios de grabación, 'Moraima'. Imagen: redacción
Le queda cantar con Robe Iniesta, o Juan Luis Guerra, aunque siente devoción por Sabina. “Creo que es el mejor escritor de todos los tiempos, y que si estuviéramos en otro país sería estudiado en los colegios”. Encontró la clave del éxito cuando compuso Moraima, pero prefirió hacer algo diferente “y dormir tranquilo por las noches”. Detesta que la gente no lea y alardee de ello como si no fuese un pecado. Disfruta el tú a tú. Analiza las palabras con la mirada, y se le ilumina la cara de forma sincera cuando admiras su obra.
Andrés nos adelanta que el fin de gira de ‘Desde una ventana’ baraja el nombre del Palacio, pero que no está confirmado porque tiene sentimientos encontrados. “El 4 de noviembre fue la noche más increíble de mi vida, y dicen que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver. A lo mejor hay que dejarlo ahí”. El gallego vuelve a reivindicar la dignidad de las salas pequeñas. “¿Y si me hago cinco Galileos?. ¿o una Riviera?”, nos pregunta, sospechamos, con una idea ya bastante encaminada. No sabemos cuál será su decisión, lo que sí nos atrevemos a afirmar es que habrá que estar pendiente, porque si las entradas de mayo se han terminado en media hora, las del fin de gira no va a haber quien las pille.