Afrontamos un tiempo de incertidumbre y preocupaciones en nuestra sociedad. La pandemia y sus consecuencias sociales y económicas pueden llevarnos a un futuro con problemas para una parte importante de nuestra sociedad, sobre todo, por la falta de empleo y el deterioro de las condiciones de vida: salud, pobreza, desigualdad, problemas ambientales, desequilibrio territorial, existencia de colectivos vulnerables, etc. Hay un cambio social que es consecuencia de un hecho sin precedentes recientes, como es la pandemia, con unos efectos que todavía están por determinar; y también hay otras tendencias de cambio, que afectan a nuestro futuro inmediato, como es la transformación tecnológica. Quizá son cambios menos visibles, pero son igual de importantes respecto a la sociedad que está surgiendo. Esta nueva sociedad, y nueva economía, nos abre un horizonte de oportunidades y retos: transforma el empleo, las cualificaciones, la organización del trabajo y las necesidades de la sociedad, y todo ello en un contexto globalizado de alta competitividad y grandes incertidumbres.  Existe el peligro cierto de que no haya trabajo para toda la ciudadanía, existe también el temor de que no haya trabajo de calidad para todos, que el mercado laboral tenga altos índices de paro, precariedad, baja retribución. En definitiva, un empleo inexistente, o mal pagado e inseguro. Esto es una realidad en la Comunidad de Madrid, con indicadores de trabajo precario y altas tasas de desempleo, sobre todo entre la gente joven. Contra esa realidad y esos peligros, se debe responder con nuevas políticas, de transformación del modelo productivo, de inversión en educación y formación de calidad, de apostar por la investigación, el desarrollo tecnológico, y la innovación social y económica. El futuro del bienestar y la igualdad en derechos está en el trabajo de calidad para todos. 

Ante esta realidad, surgen amenazas y oportunidades. Depende de la sociedad en su conjunto, pero también depende, en buena medida, de la propia acción del Gobierno. Un Gobierno que lidere el cambio y que aspire a alcanzar determinados objetivos para el bienestar de toda la sociedad. La comunidad de Madrid es una sociedad avanzada, con importantes fortalezas. Es una sociedad moderna, orientada hacia el futuro, que se beneficia y sufre los resultados de un proceso de globalización y transformación tecnológica sin precedentes: digitalización, automatización, robotización, nuevos modelos de producción y organización del trabajo, nueva economía colaborativa. Todo ello con profundas implicaciones para las condiciones de vida de los ciudadanos. Ello afecta a la sostenibilidad del sistema económico, al bienestar de las personas y al logro de la igualdad y justicia social.

En este contexto de transformación mundial, es necesario una nueva acción de gobierno, un nuevo enfoque crítico que sitúe la defensa de los derechos de ciudadanía como el objetivo fundamental de la política. Ese debate tiene que ser el de los proyectos y las ideas, con las formas de acción política, con la implicación de las personas en los asuntos públicos, en cómo se entiende la propia política. El pensamiento progresista actual se caracteriza por la defensa de los derechos laborales, de la igualdad de género, con el cambio climático y la sostenibilidad del medio ambiente. Son ejes fundamentales de la acción política en una comunidad de valores progresistas. Pero tan importante como los objetivos, es el cómo se consiguen. La nueva forma de hacer política implica un nuevo liderazgo colectivo, de pensamiento y de acción, de implicación ciudadana, capaz de converger en un programa para la transformación de nuestra comunidad, con la mirada puesta en el largo plazo, con la herencia que dejamos a las generaciones futuras.