MADRID | Entrevista a Luis Merlo: “a los tontos, siempre los he visto asomados a un espejo. Yo vivo asomado a una ventana”

El actor vuelve a las tablas del Teatro Cofidís Alcázar con ‘El método Grönholm’, acompañado de Marta Belenguer, Jorge Bosch y Vicente Romero

El actor vuelve a las tablas del Teatro Cofidís Alcázar con ‘El método Grönholm’, acompañado de Marta Belenguer, Jorge Bosch y Vicente Romero

El actor retoma los escenarios tras el parón por el confinamiento.

Imagen: redacción

Amanda Avilés

@AmandaCoconutt

 

Con una gran incógnita. Así ha vivido Luis Merlo la vuelta a los escenarios tras la pandemia. Lo hace con ‘El método Grönholm’, una obra en la que cuatro personajes optan a un cargo de alto ejecutivo en una multinacional que podría cambiarles la vida, y de la que podremos disfrutar, en el Teatro Cofidís de Madrid, hasta el 11 de octubre. Si todo marcha según lo previsto, se podrá esperar gira en territorio nacional. Merlo, que se deja dirigir por tercera vez bajo el abrigo de Tamzin Towsend y cuenta con la compañía de los actores Marta Belenguer, Jorge Bosch y Vicente Romero, nos acerca, un poco más, a las emociones de volver a pisar un teatro. El reconocido intérprete nos concede unos minutos en los que no olvida mencionar la importancia de la cultura y, sin pelos en la lengua, lamentar el nefasto trato recibido por las instituciones.

 

“Nunca había vivido algo así”

Lo excepcional de la situación que, para otros, podría ser trágico, para Merlo ha sido, incluso, luminoso. Reencontrarse con el público en unas circunstancias inauditas no le ha rebajado emoción; quizá, incluso, lo contrario. “Ha sido un vínculo más fuerte”, dice. “Nunca había vivido algo tan emocionante” porque, explica, era “poner el juego aún más difícil”. Si conectar con el espectador no es una tarea sencilla con todo a favor, menos lo es con elementos en contra, “como las mascarillas, o separar a gente”.

 

Una de las primeras cosas que recalca cuando comenzamos la conversación es la seguridad. “Nadie se ha contagiado en un teatro”, afirma, “y los procedimientos de limpieza son impecables”. Tanto es así que “los actores tenemos que estar en la parte de atrás, no podemos pisar el patio de butacas porque ya se ha hecho esa parte de limpieza para el público”. Y la respuesta de los espectadores, valora, no ha podido ser mejor. “Ha sido increíble el respeto, el silencio, las carcajadas y los aplausos”.



Jamás viviría una carrera en la que el ego domine quién soy

No teme reconocerlo, en su primera toma de contacto con la ‘nueva normalidad escénica’, en San Sebastián, “me eché a llorar”, no solo por la vuelta. “Es que piensas “gracias por estar aquí y no importaros las condiciones””. No sabe bien a qué puede deberse esa fidelidad incondicional, pero sí considera “haber cosido una carrera dirigida al público, y esa es la mejor crítica”. “A nosotros -los actores-, desde fuera, siempre nos parece un acto de generosidad que se acuda a ver una obra”, matiza, “pero en estas circunstancias, más”.

 

El ego, mayor límite

‘El método Grönholm’, describe Merlo, “es como todas las buenas obras de teatro: para no pensar durante la obra, para divertirte y reír”. Por supuesto, el análisis viene después, pero teniendo clara la premisa de que la realidad siempre superará a la ficción. El actor recuerda, como gran ejemplo, un casting con Fernando Arrabal, “un genio que trataba el teatro del absurdo con gran talento”. Un encuentro en el que primaron las peticiones más gamberras, pero del que Merlo tiene mucho que agradecer porque “forma parte de la profesión”.

 

Pero, como en la obra que protagoniza en el Cofidís, hay límites, y nada tienen que ver con un papel. El mayor, para él, “vivir una carrera en la que el ego domine quién soy”. “Nunca”, recalca. Venir de una familia sobradamente conocida en los escenarios le ha permitido no caer en errores que ha presenciado. “Supe, desde muy pequeño, hacer la criba entre el imbécil y el que no lo era”. “El que no lo era tenía la aspiración de que el público olvidase los problemas que traía de casa”, explica. “A los tontos, que me he encontrado a unos cuantos”, dice riéndose, “siempre los he visto asomados a un espejo y, si me permites la metáfora, yo vivo asomado a una ventana”.

 

Respecto a las limitaciones en los teatros debido a la pandemia, el actor no teme manifestar su decepción. “Estoy completamente sorprendido, para mal, con las últimas decisiones que se han tomado”, sobre todo por la “ligereza en otras cosas”, como “los metros atiborrados de gente donde no se cumplen las normas que se cumplen en un teatro”. Su resumen es conciso, “un gran suspenso y un gran cero a los responsables”.

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