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Raúl Fernández-Palabra por Palabra
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29 de septiembre de 2010. Los principales sindicatos del país, CCOO, UGT y CGT, convocaron una huelga general por la reforma laboral. Una fecha que quedará marcada en rojo para la planta de Airbus en Getafe y para nuestro vecino Raúl Fernández. La Policía cargó contra los trabajadores que se encontraban impidiendo el acceso a la fábrica y dirigieron insultos a aquellos que no querían secundarla, tal y como apunta el auto. Delitos de lesiones, atentado y delitos contra el derecho de los trabajadores, se saldaron con una solicitud récord en tiempos de democracia: ocho años y tres meses de prisión.
Absueltos por incoherencias
Raúl Fernández (UGT) es técnico montador en Airbus y pertenece al Comité de Empresa de la factoría. Este humanense de 37 años nos relata cómo el día de los hechos se produce una carga policial, desde su punto de vista, “injustificada”. Ese fue el desencadenante de un proceso judicial plagado de incoherencias y una solicitud de condena mayor a lo habitual. Una acusación que Raúl aún trata de explicarse. “Tuvimos mala suerte porque la Policía tenía que justificar el uso de fuego real”. Un hecho que solo puede justificarse en caso de que la vida de alguna persona estuviera en peligro.
Pese a que el Magistrado considera probados los hechos que motivaron el proceso, las incoherencias a lo largo de la investigación han sido suficientes para absolver a los acusados. Se les imputaba delitos de lesiones, atentado y delitos contra el derecho de los trabajadores avalado por una forense que firma diez partes de lesiones a policías aunque Raúl asegura que “las grabaciones de las cámaras demuestran que los policías salen perfectamente hacia afuera de la valla”. Los partes de lesiones suscitan las dudas de los abogados defensores, ya que diferentes agentes con las mismas lesiones, la duración de las bajas era diferente.
Tuvimos mala suerte porque la Policía tenía que justificar el uso de fuego real
Durante el juicio
Durante el juicio los letrados lo pusieron de relieve y es entonces cuando la forense duda. “Llegó un momento ante las preguntas de los abogados que la forense dijo que entre tanto número y tal que se podía haber tergiversado alguno, se podía haber mezclado un parte de un policía” nos asegura Raúl, unas dudas incomprensibles porque “se estaban jugando mucho”. A los comentarios de la forense se suman las contradicciones en las declaraciones de los policías, ya que “en un primer momento no fueron capaces de dar ninguna descripción física de los posibles agresores y al cabo de cinco años, durante el juicio, nos reconocieron a todos”. Este trabajador de Airbus insiste en que las contradicciones se debían al intento de justificar el fuego real.
Luchar por unos ideales
A pesar de las horas, días y meses de sufrimiento, Raúl tiene claro que no se arrepiente de su acción. “Ahora mismo sigo como delegado con 40 horas y compaginando mi puesto de trabajo en el taller como montador y el de delegado sindical, y nunca me arrepentiré de lo que pasó”, afirma con total seguridad el trabajador. El humanense está convencido de que todo aquello mereció la pena, ya que, según cree, “los que no tenemos ninguna intencionalidad nada más que servir a la gente y buscar la mejora de las condiciones de los trabajadores y de la ciudadanía, eso se lleva en el ADN, metido en vena, como se suele decir, y nunca te arrepientes de luchar por ello”. Al principio, si es cierto, vivió momentos muy complicados, planteándose si su lucha era justificada: “al principio, si es cierto que, evidentemente, por la situación familiar que tienes y por ti mismo, que estas afrontando una cosa muy seria, estás muy preocupado. Mi familia lo ha pasado fatal y mi mujer, sobre todo”. Pero, a pesar de todo ese sufrimiento, Raúl está convencido de que “una verdadera derrota sería no luchar”. Más que una frase se trata de una forma de vida.