Los particulares no acuden al juzgado para denunciar estas incívicas prácticas por miedo
En el limbo
Getafe, pese a ser un gran municipio, no cuenta con una ordenanza de convivencia ciudadana, por lo que la contaminación acústica provocada por los particulares en la vía pública no está regulada. Sin embargo, con la nueva ordenanza, estará prohibido perturbar el descanso de los vecinos con el funcionamiento de aparatos de televisión, radio, musicales u otros aparatos sonoros que sobrepasen los límites establecidos y en horarios inadecuados; los cantos, gritos, peleas o cualquier otro acto molesto, así como los ruidos por obras.
No obstante, la desesperación de la unidad policial local no concluye aquí. Los agentes tmbién tienen problemas para sofocar el griterío de los jóvenes que realizan botellón junto a las viviendas de la calle Madre Maravillas, próximas al parque. "Si no están bebiendo en la vía pública tampoco les podemos sancionar", insisten los agentes.
El nuevo texto abarcará conductas que, hasta ahora, estaban al margen del control municipal: los grafitis, tirar desperdicios, arrojar colillas, el cambio de aceite y limpieza de los vehículos, las actuaciones musicales, la venta ambulante y la compra en la calle, el exhibicionismo, el acoso, la prostitución y su demanda son algunas de ellas. La ordenanza también prohibirá la mendicidad en semáforos y en la calle cuando obstaculicen e impidan de manera intencionada el libre tránsito de los ciudadanos.
4 agentes agredidos
Cuatro agentes de la Policía Local getafense fueron hospitalizados el pasado 23 de junio tras intervenir en un domicilio de Perales del Río por el alto volumen de la música. Fue la Policía Nacional quien tuvo que acudir a socorrerlos; desde entonces, todos continúan de baja.
La agresión se produjo a las dos de la madrugada, después de que tres de los uniformados acudieran por segunda vez a la vivienda ubicada en la calle Amnistía Internacional, 38 para volver a requerirles que bajaran la música. Entre 30 y 40 personas de etnia gitana se abalanzaron sobre ellos sin mediar palabra y les molieron a golpes entre puñetazos, patadas y alguna botella que acabó en sus cabezas, atendiendo a las declaraciones policiales del momento. Un cuarto funcionario acudió para socorrer a los compañeros, que fue el que pudo avisar a la Policía Nacional para pedir refuerzos antes de que también fuera objetivo de la paliza. Sólo una mujer pudo ser detenida.