Alejandra Traspas, con solo 24 años, ya ha acaparado la atención de revistas científicas internacionales, después de lograr resultados prometedores en sus investigaciones con la especie más indestructible del mundo, los tardígrados.
Traspas, natural de Arroyomolinos, terminó sus estudios en el Colegio Arenales del municipio y desde Londres, ha cosechado una carrera prometedora como astrofísica. Estudió, en la Universidad de Kent (Reino Unido), Astronomía Astrofísica y Ciencias Espaciales, donde cursó también un máster en astrobiología.
Japón, Holanda, Dinamarca y Hungría son los países donde la joven ha trabajado con becas y como asistente de investigación en laboratorios. Entre ellas, destaca la beca para la Universidad de Tokio, que solo logran veinte personas de todo el mundo, cada año.
Un recorrido con miras internacionales que le vuelve a llevar a Londres, donde actualmente, desde la Universidad de Queen Mary, en Londres, dirige, bajo la supervisión de su tutor, Mark Burchell, la investigación con los peculiares tardígrados, que comenzó durante un máster.
Especies indestructibles
Un tardígrado es un invertebrado que mide 0,5 milímetros, tiene ocho patas y se encuentra en ecosistemas acuáticos y terrestres. Conocido también como oso de agua, puede llegar a vivir 30 años sin comer ni beber y es capaz de resistir temperaturas de los 150 grados centígrados a los 270 grados bajo cero. Dicho de otra forma, los tardígrados podrían llegar a deshidratarse casi por completo y revivir cuando las condiciones fueran favorables.
Además, por su capacidad para vivir en profundidades abismales, se han llegado a encontrar tardígrados en respiraderos volcánicos del fondo del océano y en climas gélidos del Antártida. Asimismo, se ha demostrado que son capaces de sobrevivir en el vacío del espacio y a dosis letales de radiación. Por todo ello, es innegable su capacidad de supervivencia.
La joven astrofísica ha diseñado un experimento para disparar con un arma a alta velocidad a estos seres microscópicos
El nuevo estudio con los tardígrados, encabezado por Traspas y recogido por la revista científica Astrobiology, ha supuesto un récord más a su extraordinaria resistencia. La joven astrofísica ha diseñado un experimento para disparar con un arma a alta velocidad a estos seres microscópicos contra bolsas de arena, para poner así a prueba su porcentaje de supervivencia tras el impacto.
A raíz de los extraordinarios resultados que ha arrojado su trabajo, el equipo de científicos ha aumentado. Traspas explica a Soyde que gracias a su investigación con los tardígrados se ha avanzado no solo para “entender las capacidades de los tardígrados”, sino para comprender “cómo la vida pudo originarse en la Tierra y qué factores hay que tener en cuenta cuando busquemos vida en el Sistema Solar”.
Estas criaturas indestructibles llamaron la atención ya en 2019, cuando el inversor estadounidense Nova Spivack anunció que había enviado osos de agua a bordo de la sonda israelí Beresheet que acabó estrellándose contra la Luna. Un hecho que removió las especulaciones acerca de la supervivencia de los tardígrados en el satélite y que han querido recrear con este nuevo experimento.
"En los disparos de hasta 0,825 kilómetros por segundo inclusive, se recuperaron tardígrados intactos después del disparo, pero en los disparos de mayor velocidad solo se recuperaron fragmentos de tardígrados", concluyen los investigadores, en un artículo publicado en la revista Science.
Los meteoritos que chocan contra otros planetas tienen presiones de choque más altas que las probadas en el experimento, lo que significa que lo más probable es que los tardígrados no sobrevivan a un impacto espacial.
“La posibilidad se complica, pero no es imposible. Hay que tener en cuenta el ángulo del impacto y otras condiciones”, puntualiza Traspas. Por otro lado, esta subraya que hay que tener en cuenta que “algunos meteoritos que chocan contra la Tierra o Marte pueden experimentar presiones de choque más bajas a las que un oso de agua podría sobrevivir”.
Finalmente, los resultados que arroja este estudio permiten imaginar una trasferencia de microrganismos entre la Tierra y la Luna o entre Marte y su satélite Fobos, además facilitar la búsqueda de vida en la luna de Saturno, Encélado, donde se sospecha que puede haber organismos habitando sus océanos.
El estudio de Traspas ha llevado doce meses, según cuenta a Soyde, y ahora el objetivo es repetir estos experimentos y llevar la investigación “un paso más adelante, analizando genéticamente a los tardígrados después de los impactos, para ver si han sufrido algún daño interno y así poder explicar la ausencia de reproducción”.