Hace unos días leí un artículo que, si bien no me sorprendió, sí propició una profunda reflexión sobre el importante papel que tenemos los políticos en la sociedad. El artículo decía en su titular que España es el país más polarizado de Europa, que ya lo era antes de las elecciones a la Asamblea de Madrid y de la pandemia, y que estos dos factores no han hecho más que agravar esa delicada situación contra la que tenemos y debemos luchar.
Los españoles no estamos más crispados que el resto, no somos peores ni más beligerantes que el resto ciudadanos europeos, no lo creo. Pero sí creo que nosotros, los partidos políticos, en nuestro incansable afán de búsqueda del titular, del grito, de la discrepancia sin control ni mesura, hemos propiciado los ingredientes perfectos que, unidos a la crisis económica, el desempleo y la pandemia, han propiciado un escenario que requiere nuestra inmediata actuación y la reflexión de aquellos que la propician.
Desde Ciudadanos, quizá no bien explicado a la vista de los últimos resultados obtenidos, hemos intentado hacer siempre un llamamiento a la calma, al diálogo y al consenso, a la par que hemos paliado con propuestas, los gritos y los ataques de unos y otros. Y creo fielmente que es el camino, que junto con la solución debe venir siempre una actitud templada, reflejo de la sociedad que queremos. Crispar a la sociedad es lo que buscan muchos, y si se sigue por esta senda, llegará el día que no haya marcha atrás.
Aún recuerdo mi discurso de investidura en Alcorcón, propuestas para la ciudad seguidas de llamamiento a la calma, a empezar de cero con respecto al ambiente vivido los 4 años anteriores; al respeto dentro de la discrepancia política, y a la posibilidad de dar ejemplo a los alcorconeros, llegando a acuerdos en beneficio de la ciudadanía. Hoy dos años después, sigo haciendo el mismo llamamiento porque me resisto a pensar que no somos capaces de construir un Gran Alcorcón de tolerancia cero ante la polarización, un Gran Alcorcón de consenso y propuestas. Hay representantes que no creen en el respeto, ni en la palabra y cuando se acaba la palabra, comienza la violencia, y no es tolerable que haya partidos que no condenen la violencia y otros que la matizan porque creen que es justificable, según que casos. La violencia es violencia y no es tolerable su defensa.
Desde aquí quiero hacer un llamamiento a la concordia, una propuesta de mínimos, de madurez y salud democrática para condenar toda expresión de violencia, incluidas amenazas, coacciones y señalamientos, independientemente de a quién se dirijan o quien la emplee. Nuestra renuncia a discursos que justifiquen estas prácticas y un pacto por la convivencia en el que todos podamos expresar nuestras ideas con respeto y libertad. Esta es nuestro ofrecimiento ante la deriva, la polarización y la tensión creciente a la que debemos hacer frente.
Tenemos un duro camino por delante, pero hasta que me quede sin fuerzas, y eso no pasará, seguiré luchando para cumplir mi objetivo, el que me llevó a entrar en política local, que no es otro que contribuir a la mejora de Alcorcón, y por qué no, cambiar con nuestra actitud la forma de hacer política. No es “buenismo”, como algunos intentan reprocharnos, esto es sentido común.
Si queremos una sociedad mejor, si queremos un Alcorcón mejor, no podemos demostrarlo gritando, alentando la violencia y el enfrentamiento, porque de esta manera solo conseguiremos generar más violencia y bloquear cualquier posibilidad de mejora de nuestra ciudad. ¿Es nadar contra corriente? Puede ser, pero Ciudadanos no ha venido a hacer más de lo mismo, Ciudadanos nació en medio de una tempestad y tuvo la valentía de alzar la voz cuando otros no lo hacían, hemos venido a regenerar la política, desde el centro, la moderación y el consenso, hemos venido a hacerlo posible, aunque eso implique ir contracorriente.