ALCALÁ DE HENARES | ¿Qué esconde el Palacio de Laredo?

Los secretos de la vida eterna no sólo son gesta de los caballeros templarios medievales

Los secretos de la vida eterna no sólo son gesta de los caballeros templarios medievales

Detalle interior del Palacio de Laredo.

Imagen: Redacción

 Alcalá de Henares es uno de esos lugares repletos de edificios históricos que guardar enigmas por resolver. Uno de ellos es el Palacio de Laredo, en el que encontramos simbología templaria como la repetición del número ocho y la obsesión del arquitecto por la vida eterna. ¿Te animas a adentrarte en este misterioso palacio?

 

El Palacio de Laredo

El Palacio de Laredo se construyó entre 1880 y 1884 en Alcalá de Henares, como lugar de residencia en la ciudad para Manuel Laredo, el cual también diseñó, junto a Juan José de Urquijo, esta joya palaciega. 

Como restaurador, Manuel Laredo conocía los estilos medievales de España, protagonizados por un arte cristiano y un arte musulman. Por ello vemos que en su Palacio predominan elementos neomudéjares con neogóticos. En esta época era común esta fusión de estilos con el llamado Eclecticismo. 

Minarete del Palacio / Redacción

 

Símbolos encerrados

La simbología presente en el arte, en ocasiones, tiene más que ver con las obsesiones del artista. En su obra arquitectónica, Manuel José de Laredo y Ordoño parece haber reflejado sus preocupaciones.

El Palacio de Laredo encierra algunos enigmas que los investigadores intentan descubrir. ¿Por qué hay un 'Dormitorio de la Niña' cuando nunca fue ocupado por ninguna niña? La explicación que se nos ha dado proviende de la simbología de la infancia en el cristianismo. Santa Teresa de Jesús recordaba que para entrar en el Reino de los Cielos tendríamos que hacerlo como niños. Algo muy religioso, pero también podemos encontrar su vertiente filosófica. Con la presencia de una estancia de este tipo, se pone en manifiesto que la civilización ha alterado nuestro grado de conciencia y que la infancia, en sentido de inocencia, será la que nos devuelva a la esencia del ser humano. Así podía creerlo Manuel Laredo.

La presencia de iconografía cristiana estará presente en la obra, como las rosas que nos muestran las yeserías de la fachada oeste, directamente conectadas con el significado de la reencarnación. Pero también encontramos motivos árabes, como inscripciones en capiteles del templete de entrada oeste, que nos muestra el lema de los reyes nazaríes "Sólo Dios es vencedor".

Algo inusual que vemos en el interior del templete antes citado, es una pintura de los santos mártires Justo y Pastor realizadas al temple. El simbolismo de los 'dioscuros' o santos gemelares fue un signo de identificación del ideario de la Orden del Temple. Y parece que la palabra "temple" será nuestra predilecta, porque no será la única referencia a los templarios.

Detalle exterior del Palacio de Laredo / Redacción



Con su alfabeto secreto, los maestros templarios podían encriptar mensajes que sólo serían entendidos por otros maestros.

El enigma del número ocho

Uno de los elementos que más llaman la atención de la composición de este palacio es el de la presencia constante del número ocho: ocho contrafuertes exteriores, ocho habitaciones que rodean el salón central, chapiteles y torreón central de forma ochavada, estrellas de ocho puntas en puertas y ventanas, etc.

¿Qué significa el número ocho? El número ocho era uno de los números sagrados para los Caballeros Templarios, que lo relacionaba con la cruz de las Ocho Beatitudes (ocho puntas), las cuales eran la base para su alfabeto secreto. Con este alfabeto secreto, los maestros templarios podían encriptar mensajes que sólo serían entendidos por otros maestros. Esto ha complicado el estudio del mismo por los expertos. 

Según la simbología de San Ambrosio, la forma octogonal representa la resurrección y la vida eterna. Basándose en eso, no es una locura pensar que Manuel Laredo encontrara fascinante la Orden del Temple, la cual estaba obsesionada con encontrar la fuente de la vida eterna. Para los románticos de la época, tanto la muerte como estas "cruzadas" históricas con gran simbolismo, eran un tema apasionante en el que investigar e, incluso, llegar a obsesionarse. Quizás Manuel Laredo se sumaba a esa lucha "griálica" para llegar a la vida eterna. 

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