Tradicionalmente, la política siempre fue un territorio masculinizado. Hace relativamente poco que se ha notado claramente la presencia de mujeres en puestos políticos y va disminuyendo el número de mujeres en cargos públicos según va disminuyendo el número de habitantes de los municipios que observemos.
En cualquier caso, podemos decir que en la actualidad, hay mujeres en política pero no se ha feminizado la política, no se ha puesto la vida en el centro de las acciones políticas. Es triste comprobar cómo las mujeres intentamos tomar actitudes marcadamente masculinas para poder sentirnos en igualdad de condiciones, en vez de llevar a la política nuestro punto de vista y nuestra forma de entender la vida. Esto último cuesta mucho y el capitalismo salvaje muchas veces lo obstaculiza o va en contra de la vida misma.
Lo vivimos muy de cerca en la actitud masculina. Intuimos que se debe al “miedo” o “respeto” por la participación de las mujeres, en cualquier campo profesional y de una forma muy concreta en la política, queda demostrado que nuestra influencia es positiva.
Las mujeres aportamos a la política puntos de vista, aptitudes y perspectivas diferentes que ayudan a conformar un programa político cercano y siempre con la gente en el centro. Los cambios en la manera en que funcionan las instituciones cuando hay mujeres reflejan la influencia positiva de su presencia, de su mirada: una forma de expresarse y un orden de prioridades diferente de las cuestiones y políticas; la sensibilidad hacia las cuestiones de género en todos los aspectos y dentro del campo de la política, especialmente en la elaboración de los presupuestos, en la redacción de un Plan de Ciudad, en crear canales para la Participación Ciudadana, en el cuidado y respeto del Medio Ambiente....
Día a día demostramos que la participación de las mujeres en la toma de decisiones nos está dando una visibilidad política importante. Aunque las mujeres no formamos un grupo homogéneo, nos apoyamos y contribuimos a incorporar los intereses y las preocupaciones de las mujeres a los programas.
Todavía es manifiesto ese “reparto” de responsabilidades según criterio de género, en cualquier ayuntamiento lo normal es que perviva la separación de áreas, aquellas “masculinas” son para los hombres, las “femeninas” son para las mujeres.
Al contrario de lo que muchos puedan pensar, feminizar la política no se trata sólo de favorecer que haya un número importante de mujeres entre las caras visibles del panorama político. La presencia de mujeres por desgracia no significa que sus compañeros las escuchen, las respeten y valoren su capacidad, lamentablemente suele suceder todo lo contrario. En nuestro caso, ambas hemos sufrido cómo dentro de espacios aparentemente seguros y donde ya se pensaban superados estos temas, se ha abierto paso la masculinidad aplastante y machista. No por usar un lenguaje en femenino se destierran actitudes que tienen como fin anular y esconder a las mujeres. Por ello, pensamos que es necesario educar en feminismo y en nuevas masculinidades, las personas en general necesitamos de espacios donde todas podamos desarrollarnos en igualdad de condiciones, y donde estar a la cabeza de un partido político no signifique estar más señalada, cuestionada y juzgada constantemente por ser mujer que si estuviese en nuestro lugar cualquier otro compañero.
Sin embargo, estamos convencidas de que en los espacios en los que desarrollamos nuestra actividad política y activismo, se van a ir transformando y limpiando de manera más eficaz de todo ese machismo rancio que entorpece nuestra actividad y nuestro bienestar.
Hay una parte más dura, oscura y difícil de curar: aquellos y aquellas que no son “ni machistas ni feministas”, a todas esas personas queremos recordarles que el feminismo es igualdad entre todas las personas y que no está todo el camino hecho todavía. Siempre que haya una situación o comentario entre un hombre y una mujer en el que si cambiamos los papeles nos “chirríe” la situación...algo estamos haciendo mal.
Y por último queremos hacer una pequeña mención a los y las machistas de libro que no lo reconocen, que no ven la violencia machista por ningún lado, ni en el último asesinato en Torrejón de Ardoz, ni en las 49 víctimas registradas este último año y hasta hoy (45 en 2020 y 4 en 2021), esas personas que hablan de violencia en general e invisibilizan el origen de la violencia patriarcal con comentarios como “también hay maltrato de mujeres hacia hombres”.
Frente a este machismo debemos usar todas las herramientas de las que dispongamos y desactivarlo en la infancia y en la juventud, que es cuando se absorben esas conductas aprendidas de los comportamientos que están normalizados en la sociedad.
Estamos contentas de poder demostrar nuestra capacidad a pesar de los inconvenientes que nos hemos ido encontrando y nos encontraremos, estamos orgullosas del apoyo entre nosotras, de la sororidad y de saber identificar y mejorar los machismos de nuestro entorno. Ilusiona echar la vista atrás y ver cómo, comportamientos que hace años eran habituales, ahora nos parecen aberrantes, pero debemos admitir que queda aún mucho trabajo por hacer y que debemos hacerlo entre todas.